Wednesday, October 17, 2007

Inesperado


Bien, a veces puedo parecer gris,pero también puedo ser de otros colores.
Hoy en mi versión light, puedo contar que acompañando a mi viejo a un exámen médico,el cual esperamos por casi tres horas, me sucedió una banalidad que revivió mis mejores años de adolescencia.
De entrada, ya esperando en el box del médico, conversando sobre liviandades existenciales, aparece un hombre no más alto que yo, delgado, de cabellos risados pero con buen corte, tez clara, ojos café, y una discreta barba.De años....no se, más de treinta y menos de 40.
Lo saludo como acostumbro a saludar a todos los médicos que aparecen y desaparecen constantemente en la historia de mi familia, debido a la particular situación de salud de mi viejo y sus constantes omisiones suicidas.
El toma asiento en su lugar y luego de saludar a mi viejo, le pregunta atropelladamente si yo, la muchacha que espera apoyada en la pared , soy su hija(de mi padre claro) y me mira a mi inquiriendo mi respuesta sobre la misma consulta.
Le respondo con mi actitud de amable por educación, que soy hija del hombre en exámen, extrañandome de su curiosidad. Habitualmente, y como es mi intensión, paso desapercibida, pues mi función es ayudar a mi padre, no hacer vida social.
Mirandome demasiado fijamente, investigandome de rara manera dice : " parece que su hija tiene muy lindos ojos" ...yo miré hacia un lado, donde imaginariamente se ubicaría mi ángel perverso, al cual le pregunto mentalmente " ¿y a este tipo que le pasa?". Cómo explicarle que esas cosas no se dicen delante de papá, que papá cree que soy la misma niñita de dos años, que corre garabateando palabras por medio de la casa.
El doc, debió haber notado la tensión "padre- sujeto desubicado- hija", porque intentó ordenar sus ideas,(mientras volvía a mirarme), pero eso no ayudó.
Instintivamente bajé la mirada, me sentí incomoda..."por favor que se calle" , pero no se quedó callado...y siguió..peor.El hizo notar mi gesto, lo cual me provocó aquel nefasto sonrojar ridículo que descubrí como a los 12 años.
En resumen al fin se dedicó a hacer el famoso exámen, y en 10 minutos que fueron tortuosos para mi viejo, y mientras permanecia apoyada en la pared, inmovil, invisible, sentí la adolescencia aparecer, con sus revoluciones, sus emociones encontradas e increíbles pensamientos. Parecía imposible volver a aquellos tiempos, en que confinada en los límites de un pueblo insignificante, era explosivamente feliz con pequeños gestos de amabilidad del chico que me gustaba. Como han cambiado las cosas, que hasta había olvidado esa emoción genuina de lo platónico, que no necesita ser más para ser perfecto, porque es perfecto así como es.
Terminado el exámen, recobré la respiración, saliendo de mi escondite, acercandome a mi viejo para ayudarlo con su ropa. En eso, siento que el médico se inclina lo suficiente para buscar mis ojos...sentí ese calor del infierno, esa investigación, su curiosidad de infante, indagando sin vergüenza. Me dí por alulida, levanté la mirada para escontrar la suya y le pregunté "¿qué?" a lo que añadí ligeramente a la defensiva " tengo los ojos normales, como mucha gente". Ahí cometí homicidio romántico, al cual se sumó mi viejo con un par de ironías, para espantar al depredador cual león amenazado.
Es como un reflejo el mío, no aceptar esos pequeños detalles que hacen que estalle un festival pirotécnico en mi más oculto yo. El médico, por fin lo entendió, y después de eso prácticamente se desvaneció.Ni siquiera esperó a que mi viejo estuviese listo para salir del box, sólo se fue, y ahí quedé yo con el hombre enfermo, en mi papel de hija ilustre y abnegada.

La luz desapareció, la vida volvió a ser normal; todo en mi mente volvió a ser como siempre, excepto por una cosa:hasta hoy, no sabía que estas cosas, podrían volver a pasar.

Saturday, October 13, 2007

Lapsus

La bondad debe ser un recurso oculto, porque si no se transforma en un defecto.

Nada más que decir.